Avianca y la otra cara de la bancarrota

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Avianca y la otra cara de la bancarrota

La grave situación por la que atraviesan las aerolíneas del mundo no es un secreto. Las férreas restricciones que se han aplicado para los viajes como medida para contener el Coronavirus. Ha golpeado duramente tanto a los grandes consorcios aeronáuticos, como a las pequeñas aerolíneas. Avianca no podía ser la excepción.

Este panorama ha llevado a la aerolínea más importante del país a declararse en bancarrota ante un tribunal de Nueva York, convirtiéndose así en la primera gran aerolínea del mundo en acogerse al capítulo 11 de la Ley de Quiebras de los Estados Unidos.

Esta decisión le permitirá a Avianca entrar en un proceso de reorganización para proteger su operación y buscar una salida a la crisis que enfrenta actualmente y que, en palabras de su actual director Anko van der Werff, “es de cientos o incluso miles de millones de dólares”.

Previa a su declaración de bancarrota, Avianca se mantuvo en conversaciones con el Gobierno Nacional en la búsqueda de un salvavidas económico por parte de Colombia, para complementar los apoyos financieros del sector privado.

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En ese momento, la opinión pública del país se generalizó bajo un solo concepto: “Avianca ya no es de Colombia”, dejando en manos de otros su rescate o perdición.

Y si bien es cierto que la aerolínea representa la fusión de diferentes consorcios internacionales, e incluso tiene ubicada su sede comercial fuera del país, vale la pena analizar el vacío que dejaría su cese de operaciones en el país.

Pierde Avianca, pierde el país

Antes de la pandemia, Avianca servía el 53,8% de los vuelos locales y el 46,9% de los destinos internacionales en el país. Con vuelos cada hora, en promedio, Avianca logró conectar Bogotá-Medellín, Bogotá-Cartagena y Bogotá-Cali, permitiendo un gran desarrollo comercial y turístico entre las ciudades más importantes del país.

Adicionalmente, la aerolínea es la única empresa en operar las conexiones Bogotá-Corozal, Bogotá-Ibagué, Bogotá-Pasto, Cúcuta-Medellín y Bucaramanga-Santa Marta.

Con respecto a las conexiones internacionales, el resultado sería cuando menos desolador. Avianca es el único operador que conecta a la capital con las grandes urbes del mundo: Barcelona, Londres, Múnich, Washington, Los Ángeles, Ciudad de Guatemala, Montevideo, Asunción, Río de Janeiro.

Y no olvidemos los vuelos directos entre Medellín y Nueva York, o Cali y Madrid.

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No solo hablamos de la pérdida de las conexiones o de las frecuencias de vuelo. Estamos hablando de más de 300 mil personas que trabajan en la industria aeronáutica colombiana y que están a punto de perder sus empleos.

Creer que la salida de Avianca del ajedrez aeronáutico del país permitiría la participación de nuevas aerolíneas es ilusorio, cuando no ingenuo. La pandemia ha golpeado tan duro la industria aeronáutica, que todas las empresas del sector están enfocadas en ver cómo rescatan sus propias operaciones. Claro, acompañadas por sus Gobiernos.

Lo que le queda al Gobierno

La situación no es nada fácil, y el gobierno colombiano tiene la responsabilidad de tomar las mejores decisiones. Para apoyar a una de las aerolíneas con mayor trayectoria en el mundo.

La Ley de Quiebras a la que se acogió recientemente le permitirá a Avianca priorizar el pago de sus deudas y responder de forma expedita a sus acreedores, entre ellos el Gobierno Nacional.

Es cierto que el país no cuenta con una chequera tan amplia para responder a las necesidades económicas de Avianca. Pero dejar que se hunda sola puede salir más caro.



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